jueves, 10 de junio de 2010

Un día con mis pensamientos.


    El pasado viernes cuatro de Junio, un servidor, se disponía a omitir su obligación natural, que no era otra que una larga jornada académica más. La finalidad era clara y concisa, efectuar la compra de un nuevo reproductor de música, ya que había vendido mi antigua herramienta de consumo musical anteriormente. Yo no quería uno de esos móviles con pantalla de plasma, cámara de cinco megapíxeles y memoria de cuarenta GB. Tampoco quería uno de esos Ipods táctiles en los que puedes almacenar tanta música que necesitarías al menos cuatro vidas para acabar de escuchar todo el contenido. No nos engañemos, quien más quien menos escucha un máximo de quince canciones de forma habitual en su respectivo reproductor, por lo tanto, seguiría encaminado con la clara idea de comprarme un sencillo/habitual mp3 y todo por una razón muy concreta, porque no necesitaba nada más ( con pilas si era preciso ). Sin tener en cuenta dentro mi propia ignorancia, que habitual y sencillo son términos altamente relativos en esta sociedad actual.


    Muchos responderán o simplemente pensaran: ! por que nos dices todo esto si tu tuviste un Iphone 16GB! Es verdad, a mi en su día me regalaron un artilugio de esas características y por lo tanto, me perteneció. Pero pienso que eso no quita credibilidad a mis argumentos, es mas, que eso me hace tener una opinión más global y con propiedad.


    Una vez me disponía a tomar el transporte público (en esta ocasión el bus) mi rostro reflejaba incredulidad al ver que dicho transporte se estaba marchando delante mis propias narices. Con dirección hacia mi destino marcado. Paciente, espere una hora y diez minutos al próximo bus ¿he comentado ya que se retrasó diez minutos ? No pasa nada, era un día especial.


    Al subir al bus y de esta manera percatarme que había olvidado la tarjeta del transporte público(como ya sabréis esto conlleva al doble del pago establecido, aprox), empecé a percatarme de algunos hechos que se podían apreciar dentro ese mismo autobús.


    Sin darme cuenta, en ese mismo lugar, habíamos construido una " minisociedad " totalmente multicultural, a la par de multiracial. De las diez personas que integrábamos esa minisociedad, las únicas dos personas indígenas por así decirlo, éramos el conductor y yo, que a bien seguro debía tener el catalán C. El resto de personas se distinguían en islámicas, de color, asiáticas etc. Un hecho que como es normal, no le di ningún tipo de importancia 


    Cuando llegué a mi destino, es decir, la ciudad. Seguí firme hacia mi propósito marcado y a medida que caminaba iba racionalizando más mis visiones. En cada esquina, en cada flyer, en cada edificio encontraba una apetitosa publicidad que té incitaba en gran medida a consumir el producto marcado. Seguí pensando ¿ cuanta gente en estos precisos instantes se esta contaminando de forma visual como yo ? ¿Cientos? ¿O a lo mejor miles ? Seguí mi camino. Crecía mi asombro al ver el parecido en cada una de las respuestas de cada tienda, seguí buscando. Al cabo de una hora y media empecé a entender el problema al que me estaba sometiendo. En cada tienda la respuesta era muy similar: "ya no tenemos de esto". Mi rostro atónito conjugado con mi mente reflejaban mi mas sincera confusión. Una vez caminada gran parte de la ciudad, entrado en cada tienda y recaudada la información necesaria, había recogido muchas respuestas, pero todas se alejaban de lo que yo realmente quería escuchar. Me habían ofrecido todo tipo de material que muy lejos se hacia de mi petición inicial, yo solo quería el antiguo mp3 que había tenido años atrás, pero eso ya no era posible en la época en la que nos encontramos. Recopile y entendí que el reproductor más sencillo y barato tenia el coste de treinta y dos euros y 4GB de memoria, por contra de los 536 mega bytes de mi reproductor anterior. Que bien es cierto que era un precio "justo" , eso no lo discuto, alomejor tenia una calidad/preció apropiada a sus prestaciones, no entro aquí ,pero la realidad es que era un precio que no estaba dispuesto a pagar .


    Al asumir mi fracaso y dirigirme hacia la estación de tren, hice una pausa para sacar mi antiguo horario de tren (Si, lo volví a perder) aunque en esta ocasión era el tren en lugar del bus como ya había citado anteriormente.


    Pensativo a la par de desilusionado empecé a reflexionar y me dije atónito a mi mismo: Los presidentes del gobierno no pierden el bus, es mas, tienen pensiones vitalicias que aseguran su futuro de por vida. Los presidentes de cada una de las marcas que he visto publicadas solemnemente en cada uno de los rincones de la ciudad, no pierden el tren, aunque para su cínico negocio se lleguen a limites impensables como son la explotación infantil o simplemente, la explotación del hombre por el hombre,pero no, ellos no son los que pierden el tren. Ellos son los que se codean con Audis y Jaguars, los cuales les pagamos nosotros día tras día. Ni siquiera la iglesia católica pierde el tren, su limusina la paga el miedo en la población mundial. Los que perdemos el tren somos nosotros, la gente de a pie, los mismos que hacemos cola por un trabajo justo y una vivienda digna. A esto es lo que se le llama, globalización.


    Como bien dijo el Nega -de Los chikos del maíz-: hay que ser idealista sin olvidar, que todos tenemos un precio. Pero desde aquí pido que no perdamos el bus de la lucha y el tren hacia la libertad, !porque aun no lo hemos perdido, aun no lo hemos perdido! .

http://www.youtube.com/watch?v=R0Ku7QxYZpQ







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